Es increíble como un espacio es capaz de generar emociones con tan solo observarlo. Mientras algunos lugares nos generan ansiedad, otros pueden evocar sensaciones de paz y tranquilidad, ¿A quién no le agobia un lugar sucio y desordenado? O bien, ¿Quién no ha experimentado esa sensación de paz ante un espacio abierto y minimalista? Casi todos, en algún momento de nuestras vidas hemos sido partícipes de este tipo de experiencias y emociones.

La psicología juega un importante rol a la hora de diseñar y planificar cualquier ambiente, ya sea habitacional, recreativo o de trabajo. Aunque la relación entre la psicología y el diseño de interiores ha existido desde siempre, parece que ha ido ganando presencia en las últimas décadas. Ahora bien, ¿Cómo nos influye esto en nuestro día a día?

En nuestro desarrollo personal no solo influyen factores biológicos, culturales o sociales, también lo condicionan los espacios en los que crecemos. Como seres humanos somos sensibles a diferentes variables y fenómenos, al estar influenciados por estos entornos en el que realizamos nuestras actividades cotidianas, manifestamos conductas, pensamientos y emociones específicas determinadas por el medio físico que habitamos. Pasamos más del 80% de nuestro tiempo dentro de edificios contenedores de espacios, la manera en que estos están diseñados afecta muchísimo cómo nos sentimos y cómo nos comportamos, los espacios que habitamos adquieren un papel muy relevante en lo que respecta a nuestra percepción, repercutiendo notablemente en nuestro comportamiento psicológico y en nuestro desarrollo emocional.

Cada lugar que visitamos, cada espacio que habitamos transmite algo y produce un efecto positivo o negativo en sus usuarios. De eso, precisamente, se encarga la psicología ambiental, de estudiar la relación entre los diferentes tipos de ambientes y cómo estos interfieren y condicionan la conducta y el estado de ánimo de las personas que habitan en ellos. Su objetivo principal es crear efectos positivos y sacar el máximo partido mediante el uso de diversos elementos como el color, mobiliario, iluminación y texturas, etc. es decir, se trata de una simbiosis entre diseño y psicología que pretende generar espacios amigables que mejoren la calidad de vida de sus habitantes, tomando en cuenta valores sociales, culturales, psicológicos y físicos.

La iluminación, los colores, la configuración, la escala, las proporciones, la acústica, mobiliario y texturas de materiales interactúan con el individuo a través de sus sentidos, generando un variado espectro de sentimientos, experiencias y emociones. Desde inducir sentimientos de calidez, seguridad y bienestar hasta crear ambientes de trabajo positivos y eficientes, el espacio puede tener un gran impacto en la forma en la que actuamos o sentimos; por lo tanto, el diseño puede ser un gran aliado siempre y cuando se consideren las necesidades sociales y psicológicas de sus usuarios.

Con un impacto directo en el subconsciente y contribuyendo al desarrollo de emociones mediante la percepción y el procesamiento de las formas presentes en cada espacio, la psicología se ha convertido en una parte fundamental del diseño y la arquitectura de interiores. Aunque no es la única cuestión involucrada, cada espacio interior posee un gran peso, y es responsabilidad del arquitecto o los profesionales involucrados en cada proyecto incorporar estas herramientas para materializar soluciones tangibles y funcionales a sus usuarios. Los estímulos arquitectónicos pueden presentarse como un apoyo para lograr ciertos comportamientos deseados en lugares específicos.

Algunos principios básicos del diseño comprenden equilibrio, simetría, volumen y proporción para generar armonía en cada ambiente. Una parte esencial es la colorimetría y la iluminación, que dependerá en gran medida de la función final de cada espacio; una luz amarilla sugiere un espacio con mayor calidez, mientras que la luz blanca genera sensaciones de frialdad o dinamismo, la luz natural estimulará todos los sentidos, manteniendo al usuario en un estado de paz y mayor productividad, todos estos conocimientos aunados a la psicología ambiental nos permitirán tener un mayor control de cada espacio obteniendo mayores y mejores resultados.

La psicología ambiental también es de gran ayuda en la planificación de espacios públicos como hospitales, corporativos o dependencias, por ejemplo, la sensación que produce ingresar a un hospital no es la misma que genera estar en el lobby de un hotel, un supermercado o un banco. Cuando la planeación de cada espacio trabaja a la par de la psicología ambiental puede favorecer la creación de espacios que potencialicen la productividad de proyectos comerciales, es decir, un lugar bien diseñado, pensado en las necesidades y en el confort del usuario puede generar mayores ventas y mayor producción en empresas o comercios minoristas.

Algunas personas piensan que el diseño de interiores es algo visual y ostentoso, antiguamente era una forma de demostrar estatus social y buen gusto, priorizando la moda sobre la eficiencia. Hoy en día es una disciplina cuyo principal propósito es mejorar la calidad de vida de las personas. Apelando a la experiencia que tenemos dentro de los espacios como un derivado del estímulo consciente de nuestros sentidos (vista, tacto, olfato, oído). El diseño no es algo puramente visual, es un proceso racional, es una herramienta para mejorar la humanidad.

Para finalizar, no olvidemos que en un espacio cada detalle es importante, porque de alguna manera nos incita a despertar nuestros sentidos, favoreciendo diferentes emociones y sensaciones. La distribución de espacios, así como la disposición de los elementos que lo conforman pueden potencializar o demeritar cualquier lugar, existe una serie de criterios básicos vistos desde la perspectiva psicológica para el diseño y planificación de espacios:
– Iluminación adecuada: permitirá la creación de ambientes confortables dentro de un espacio.
– Definir espacios: delimitar áreas de trabajo y áreas privadas o zonas íntimas.
– Colorimetría: el uso de un color adecuado permitirá generar múltiples sensaciones y emociones, así como lograr apariencias de mayor amplitud o altura. Cada color está asociado a un registro de emociones determinado, por ejemplo, el negro suele estar asociado al pesimismo y la agresividad; el blanco a la pureza; el amarillo con la felicidad, el verde con sentimientos de armonía, el rojo con el amor y la pasión.
– Personalizar cada espacio con objetos que tengan un significado personal, que evoquen buenos recuerdos o memorias añadiendo un toque personal y original.
– Uso de vegetación y contacto con la naturaleza nos genera una sensación de frescura, oxigenando cada área y proporcionando una sensación de tranquilidad y bienestar.
– Ventilación y luz natural son esenciales para lugares en los que hay que permanecer por largos periodos de tiempo.
– Texturas: agradables al tacto, cuanto más suave y lisas, mayor es la sensación de agrado.
– Temperatura: Se trata de la sensación térmica asociada a los espacios. Nos resultará más cómodo o no, según nos agrade más el frío o el calor.

A fin de cuentas, tanto el diseño como la psicología son bastantes complejas, así como también lo son los individuos que habitan estos espacios, a manera de reflexión la pregunta es ¿Qué tan cómodo te sientes habitando tus espacios? ¿Qué influencia tienen en tu día a día? ¿Qué te gustaría cambiar de ellos?


LDIP. Karla Enríquez

Published On: octubre 24th, 2023 / Categories: Blog UNAC /