Autora: Adriana Alejandra Insunza Morado
Sobre la autora:
- Ingeniera Industrial | Máster en Administración de Negocios.
- Docente de nivel medio superior, superior y posgrado.
- Agente de Seguros y Asesora en Bienes Raíces.
Actualmente imparte materias como Matemáticas Aplicadas, Probabilidad y Estadística, Gestión de Calidad, Investigación de Operaciones, Cadena de Suministro y Planeación de Plantas Industriales en instituciones como el CBTis 19, Universidad Tecmilenio, Universidad de las Américas y el Caribe, Universidad UCCEG y Universidad IUAC.
Cuenta con certificaciones nacionales e internacionales:
- ISO 9001, ISO 45001, ISO 14001
- Green Belt en Seis Sigma
- Administración de Proyectos (PMBOK®)
- Investigadora en Educación y PNL
- Diversas constancias registradas ante CONOCER
Además de su vocación docente, es Agente de Seguros certificada ante la CNSF, especializada en protección patrimonial y asesoría financiera, así como asesora en bienes raíces, ayudando a las personas a construir un patrimonio sólido y seguro.
«Mi propósito es compartir conocimiento y apoyar a las personas a protegerse y crecer con inteligencia financiera y emocional. Marcar para bien la vida de las personas y hacerlo con honor.»
En el corazón de la Ciudad de México se alza una estructura que ha desafiado el tiempo, los elementos y la fuerza de la naturaleza: la Torre Latinoamericana. Este rascacielos, inaugurado en 1956, no solo fue el edificio más alto de América Latina en su momento, sino que también se convirtió en un símbolo de la resiliencia de la ingeniería mexicana. Su capacidad para resistir los sismos más devastadores que han golpeado a la capital, como los de 1957, 1985 y 2017, sin sufrir daños estructurales graves, ha sido motivo de admiración tanto a nivel nacional como internacional.
Más allá de su altura y estética, la Torre Latinoamericana es un ejemplo tangible de cómo el diseño inteligente, la planificación meticulosa y la aplicación de tecnologías de vanguardia pueden transformar un proyecto en un referente histórico y técnico. En este artículo exploraremos su historia, sus innovaciones constructivas, el papel de sus creadores, su desempeño en terremotos y, especialmente, su significado a 40 años del sismo de 1985.
Antecedentes y construcción
La historia de la Torre Latinoamericana comienza en 1948, cuando el arquitecto Augusto H. Álvarez y el ingeniero Leonardo Zeevaert —especialista en mecánica de suelos y cimentaciones profundas— recibieron el encargo de diseñar un edificio moderno que representara el progreso de México. El reto era inmenso: levantar un rascacielos en el blando y lacustre suelo de la Ciudad de México, que había sido parte del antiguo lago de Texcoco.
La obra comenzó con estudios exhaustivos de mecánica de suelos, liderados por Zeevaert, quien determinó que la clave para la estabilidad sería una cimentación profunda basada en pilotes de fricción. Estos pilotes se hincaron a más de 30 metros de profundidad para anclarse en capas más firmes, distribuyendo el peso de manera uniforme y evitando asentamientos diferenciales que pudieran comprometer la estructura.
La construcción se extendió por ocho años y concluyó en 1956. Con sus 44 pisos y una altura de 182 metros, se convirtió en el rascacielos más alto de América Latina.
Innovaciones de diseño y cimentación.
Uno de los grandes logros de la Torre Latinoamericana es su estructura mixta de acero y vidrio, diseñada para soportar cargas verticales y laterales de manera eficiente. El acero proporciona flexibilidad para absorber movimientos sísmicos, mientras que el vidrio otorga ligereza y modernidad al diseño.
El sistema estructural fue concebido para distribuir las fuerzas sísmicas y de viento a través de un núcleo rígido y un marco perimetral, evitando concentraciones de esfuerzo. Además, la cimentación con pilotes de fricción y una losa de gran espesor en el sótano aseguran que el edificio se mantenga estable incluso sobre un suelo blando.
Resiliencia sísmica
La Torre Latinoamericana ha sido sometida a las pruebas más exigentes que un edificio puede enfrentar: los terremotos.
1957 – Sismo de 7.9 grados: El edificio resistió sin daños mayores, validando la efectividad de su diseño.
1985 – Sismo de 8.1 grados: Mientras gran parte de la ciudad sufrió devastación, la torre permaneció intacta estructuralmente, convirtiéndose en un refugio y símbolo de esperanza.
2017 – Sismo de 7.1 grados: Nuevamente, la estructura resistió sin daños significativos, reafirmando su condición de ícono de la ingeniería antisísmica.
Línea de tiempo de la Torre Latinoamericana
1948 – Inicio de la construcción
1956 – Inauguración
1957 – Primer gran sismo resistido (7.9 grados)
1972 – Remodelación y modernización de interiores
1985 – Sismo de 8.1 grados, sin daños estructurales
2002 – Declarada Patrimonio Cultural por la UNESCO
2017 – Sismo de 7.1 grados, sin afectaciones estructurales
2025 – 40 años del sismo de 1985, la torre sigue en pie como ejemplo de ingeniería resiliente
A 40 años del sismo de 1985
El 19 de septiembre de 1985, un terremoto de 8.1 grados sacudió la Ciudad de México, dejando miles de víctimas y una huella imborrable en la historia del país. En medio de la tragedia, la Torre Latinoamericana se mantuvo firme, demostrando que una planificación adecuada y el uso de tecnología de vanguardia pueden marcar la diferencia entre la destrucción y la supervivencia.
Hoy, en 2025, conmemoramos cuatro décadas de aquel evento. Este aniversario no solo invita a recordar a las víctimas y honrar a los rescatistas, sino también a reflexionar sobre la importancia de la ingeniería responsable. La Torre es testimonio de que la prevención, la calidad constructiva y el mantenimiento constante son inversiones que salvan vidas.
Impacto cultural y simbólico
Más allá de su valor arquitectónico, la Torre Latinoamericana es un ícono cultural. Ha aparecido en películas, postales, pinturas y canciones; es punto de encuentro y mirador privilegiado para observar la ciudad. Representa la perseverancia, el ingenio y la capacidad de México para construir y mantener estructuras seguras en un entorno desafiante.
Conclusiones
La Torre Latinoamericana no es solo un rascacielos; es un monumento a la ingeniería mexicana. Su historia demuestra que, incluso en condiciones adversas, la combinación de ciencia, técnica y visión puede producir resultados duraderos y resilientes. En tiempos en que la seguridad estructural y la preparación ante desastres son más relevantes que nunca, este edificio sigue siendo un modelo a seguir para arquitectos e ingenieros de todo el mundo.
Nota de la autora
Escribir sobre la Torre Latinoamericana y su resistencia a lo largo de décadas es, para mí, un recordatorio del valor de la ingeniería bien estructurada y del compromiso con la seguridad y la vida humana. Como ingeniera y docente, creo firmemente que cada proyecto debe trascender en el tiempo, tal como este ícono de la ingeniería lo ha hecho.
Referencias
Álvarez, A. H., & Zeevaert, L. (1957). Foundation design and performance of the Torre Latinoamericana. Proceedings of the Fourth International Conference on Soil Mechanics and Foundation Engineering.
UNAM, Instituto de Ingeniería. (2017). Evaluación estructural de la Torre Latinoamericana después del sismo del 19 de septiembre. Ciudad de México: UNAM.
Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED). (2020). Historia sísmica de la Ciudad de México. Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.
El Universal. (2015). “60 años de la Torre Latinoamericana: símbolo de la CDMX”. Recuperado de https://www.eluniversal.com.mx
Expansión. (2020). “La Torre Latinoamericana, un rascacielos a prueba de sismos”. Recuperado de https://expansion.mx