Autor: Emmanuel Lisandro Romero Santana
Sobre la autor:
Emmanuel Lisandro Romero Santana es licenciado en Educación Básica, Segundo Ciclo, Matemática y Ciencias de la Naturaleza por el ISFODOSU. Actualmente cursa la Licenciatura en Ciencias de la Gestión, mención Emprendimiento, en Alen South Lake University (Miami, EE. UU.). Posee una sólida formación de posgrado que incluye un Doctorado en Educación (UNAC, México) y, actualmente, realiza un Posdoctorado en Inteligencia Artificial, Educación e Investigación (REDIT-Venezuela en convenio con UNIVERIS, España).
Ha completado diversas maestrías en áreas clave de la educación, tales como: Máster en Didáctica de las Matemáticas en Infantil y Primaria (Universidad CEU-Cardenal Herrera, España); Máster en Neuroeducación (UNIR, España); Maestría en Aprendizaje, Cognición y Desarrollo Educativo (UNIR México); Maestría en Ciencias Liderazgo Educativo, Gestión y Tecnologías Emergentes (MIU, EE. UU.); Maestría en Desarrollo Curricular (INTEC, República Dominicana); y una especialización en Educación Ambiental (ISFODOSU).
Actualmente, se desempeña como coordinador docente y tutor del Programa Nacional de Inducción Docente en el Ministerio de Educación de la República Dominicana. Además, es facilitador de talleres para docentes y asesor de tesis de grado y posgrado a nivel nacional e internacional. Su trayectoria combina experiencia en docencia, gestión y asesoría académica, con una sólida formación internacional orientada a la innovación educativa.
Tiempo de lectura: 20 minutos
Palabras clave: Enfermedad Profesional, Calidad de la Educación, Docente.
INTRODUCCIÓN
La docencia es una de las profesiones con mayor exigencia emocional y mental, ya que requiere una constante adaptación a cambios curriculares, tecnológicos, metodológicos y sociales. Esta exigencia se intensifica cuando los docentes deben trabajar en contextos laborales desfavorables, caracterizados por la sobrecarga de tareas, la escasez de recursos, el escaso reconocimiento profesional y las presiones institucionales (Alburqueque y Capo, 2021). Estas condiciones suelen generar altos niveles de estrés laboral, lo que repercute negativamente en la calidad del proceso educativo. En este marco, el estrés laboral docente se consolida como una preocupación creciente en el ámbito educativo contemporáneo, no solo por sus implicancias en el bienestar individual, sino también por sus efectos en la calidad del proceso de enseñanza y aprendizaje.
El estrés laboral en el ámbito educativo aparece cuando las exigencias del entorno superan los recursos disponibles del docente, afectando su bienestar físico y emocional. Factores como la sobrecarga de trabajo, la falta de apoyo institucional y los conflictos interpersonales contribuyen directamente a este fenómeno. En este sentido, Ayala-Ortiz et al. (2023) destacan que los docentes en Paraguay presentan niveles medios de estrés, con un notable agotamiento emocional y una disminución en su sentido de realización personal.
Como consecuencia, la calidad de la enseñanza se ve comprometida. El agotamiento dificulta la planificación de clases y la atención a las necesidades del estudiantado. De acuerdo con un informe de Educo y la Fundación SM, el 37% de los maestros presenta síntomas de agotamiento y el 39% manifiesta ansiedad o depresión, lo que afecta su desempeño en el aula (El País, 2025). A su vez, un ambiente de clase condicionado por el malestar docente puede resultar poco motivador, dificultando la participación activa del alumnado. Un estudio realizado en República Dominicana reveló que el 10.3% de los docentes de secundaria experimenta agotamiento laboral pleno, lo que se relaciona con la calidad educativa y el rendimiento académico de los estudiantes (Congreso Internacional IDEICE, 2022).
A esto se suman otras responsabilidades que sobrecargan la labor docente, como tareas administrativas, atención a padres y manejo de conductas estudiantiles, lo cual puede generar un desgaste físico y emocional progresivo. Este estado de agotamiento se manifiesta en fatiga, irritabilidad y una percepción negativa sobre la propia eficacia profesional (Wu et al., 2021). En consecuencia, la falta de motivación afecta la creatividad y la iniciativa del docente, dando lugar a clases rutinarias y métodos poco adaptados a las particularidades del grupo, lo que reduce la profundidad del aprendizaje.
Además, el estrés impacta en la capacidad de gestión del aula. Un docente emocionalmente saturado puede reaccionar de forma impulsiva ante comportamientos disruptivos, afectando el clima escolar y la seguridad emocional del estudiante (Ayala-Ortiz et al., 2023). Esto también limita su capacidad para establecer relaciones positivas, ya que la empatía y el acompañamiento requieren un nivel de energía que el estrés no permite sostener. Sumado a esto, la presión institucional por alcanzar resultados académicos, sin tomar en cuenta las condiciones del entorno, intensifica el malestar y refuerza la sensación de ineficacia, lo que puede derivar en ausentismo o rotación del personal docente, afectando la continuidad de los procesos pedagógicos.
En este contexto, la falta de políticas institucionales para prevenir el estrés laboral obstaculiza el desarrollo educativo. Asimismo, la insatisfacción en el trabajo debilita el compromiso con la mejora continua. A su vez, los estudiantes perciben el malestar de sus docentes, lo cual puede generar desinterés y desmotivación. Cuando el estrés se normaliza en el entorno educativo, se instala una cultura de supervivencia en lugar de una orientada al desarrollo (Mero et al., 2023). Aspectos fundamentales como la claridad en las explicaciones o la adaptación de estrategias a diferentes estilos de aprendizaje se ven afectados por la presión constante. Un clima laboral negativo no solo agrava el malestar, sino que también aumenta el riesgo de que los docentes se sientan solos y desamparados.
Por otra parte, el impacto del estrés no se limita al presente. Si no se aborda adecuadamente, puede derivar en trastornos más complejos como la ansiedad crónica o la depresión (López et al., 2024). Por eso, es fundamental que los ministerios de educación y los centros educativos implementen programas de autocuidado. La formación docente debería incluir herramientas para la gestión emocional y el manejo del estrés, priorizando el bienestar personal como condición para el desempeño profesional. De igual manera, promover una cultura institucional que valore el equilibrio entre la vida laboral y personal resulta esencial. En línea con esta visión, la investigación de Benítez-Abarca et al. (2025) confirma que el estrés disminuye las competencias pedagógicas, afectando directamente el aprendizaje del estudiantado. En contraste, un docente emocionalmente estable está más dispuesto a innovar, crear vínculos y adaptarse a las necesidades del grupo.
Distintos estudios coinciden en que el estrés afecta tanto las capacidades cognitivas del docente como su habilidad para establecer vínculos positivos en el aula. Las principales causas se relacionan con la sobrecarga de tareas y la carencia de recursos adecuados, lo que se traduce en agotamiento emocional y un menor rendimiento. Esto repercute también en el alumnado: los estudiantes que aprenden con docentes estresados suelen mostrar menor satisfacción escolar y enfrentar mayores dificultades académicas. Además, el estrés interfiere en funciones cognitivas claves como la memoria, la atención y el control emocional, dificultando una gestión efectiva del aula.
Sin embargo, existen alternativas efectivas para contrarrestar este problema. El respaldo institucional y la implementación de programas de bienestar, como los basados en técnicas de mindfulness, pueden reducir significativamente los niveles de estrés. Estas medidas no solo benefician al docente, sino que también mejoran el clima escolar y los resultados académicos. En esta línea, López et al. (2024) advierten que más de la mitad de los docentes expresan preocupación por el estrés derivado de la supervisión. La escasez de recursos y la presión por cumplir con objetivos externos generan insatisfacción y malestar, lo que repercute negativamente en el desempeño pedagógico.
A ello se suma la incertidumbre generada por los constantes cambios en el sistema educativo, lo que exige una alta capacidad de adaptación por parte del profesorado. La flexibilidad, entendida como una competencia profesional clave, se vuelve fundamental para hacer frente a estos desafíos y promover una educación más resiliente (Kim et al., 2024). Por ello, resulta necesario adoptar propuestas innovadoras que sitúen el bienestar docente en el centro de las políticas educativas. La reducción de la carga burocrática, la formación en manejo del estrés y la creación de comunidades de aprendizaje pueden fortalecer el sentido de pertenencia y promover prácticas pedagógicas más creativas.
En definitiva, el estrés laboral docente es un factor decisivo que afecta directamente la calidad de la enseñanza y, por ende, el aprendizaje de los estudiantes. Su permanencia compromete no solo la salud física y emocional del profesorado, sino también la eficacia de los procesos educativos. Por ello, la gestión educativa debe priorizar el bienestar integral de los docentes, entendiendo que una educación de calidad solo es posible cuando quienes enseñan se sienten equilibrados, motivados y valorados.
Este problema, de origen multifactorial, se manifiesta en síntomas como el agotamiento, la pérdida de motivación y la disminución de las capacidades didácticas. Esto impacta negativamente en la dinámica escolar, pues los estudiantes perciben la desconexión y la falta de entusiasmo de sus maestros. Un docente en situación de estrés tiene mayores dificultades para crear entornos de aprendizaje positivos, resolver conflictos de forma asertiva o adaptarse a las necesidades individuales de su grupo, limitando así el desarrollo académico y personal del alumnado.
Frente a este panorama, es fundamental que las instituciones educativas implementen políticas claras para prevenir y atender el estrés laboral. Estas medidas deben incluir una distribución equitativa de las cargas de trabajo, mejoras en las condiciones laborales y acceso a servicios de apoyo emocional y desarrollo profesional. Asimismo, es necesario replantear la formación docente, incorporando temas como el autocuidado, la inteligencia emocional, la resiliencia y el trabajo en equipo desde los primeros años de carrera.
Además, es urgente transformar la cultura escolar marcada por la presión constante, el control excesivo y el temor a la inestabilidad laboral. Fomentar ambientes laborales saludables, con liderazgo empático, reconocimiento profesional y espacios de participación activa, ayuda a reducir el malestar y fortalece la creatividad, la innovación y el compromiso docente. A esto se suma la necesidad de abordar las carencias materiales y humanas, así como la falta de preparación ante desafíos complejos como la violencia escolar, la diversidad cultural o la inclusión. En respuesta, se requiere un sistema de formación continua que brinde herramientas prácticas y fortalezca el trabajo colaborativo como red de apoyo entre colegas.
REFERENCIAS
Alburqueque, C., & Capo, N. (2021). Influencia del estrés laboral en el desempeño docente en una institución educativa, Chiclayo 2020-2021 [Tesis de licenciatura, Universidad Señor de Sipán]. Escuela Profesional de Psicología. https://repositorio.uss.edu.pe/bitstream/handle/20.500.12802/9470/Alburqueque%20Guarnizo%20Celia%20%26%20Capo%20Odar%20Noem%C3%AD.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Ayala-Ortiz, L. I., Castillo-Vega, J. M., Ferreira-Delgado, R. D., & Villalba-Benìtez, S. M. (2023). Estrés laboral del profesorado de 1º y 2º ciclos de la Educación Escolar Básica en Paraguay. Puriq, 5, e505. https://doi.org/10.37073/puriq.5.505
Benítez-Abarca, G., Nájera-Lara, J., Benítez-Abarca, A., & Jacho-Guanoluisa, N. (2025). Influencia del estrés laboral en el desempeño docente por competencias en docentes universitarios. INNOVA Research Journal, 10(1), 19–31. https://doi.org/10.33890/innova.v10.n1.2025.2612
Congreso Internacional IDEICE. (2022). Resiliencia y agotamiento laboral en docentes de secundaria. Memorias del Congreso Internacional IDEICE, 12 (1), 61–67. https://congresoideice.gob.do/index.php/cii/article/view/44
El País. (2025, marzo 20). Aulas más complejas y profesores sobrecargados: un estudio indaga en el «alarmante» deterioro emocional en las escuelas. https://elpais.com/educacion/2025-03-20/aulas-mas-complejas-y-profesores-sobrecargados-un-estudio-indaga-en-el-alarmante-deterioro-emocional-en-las-escuelas.html
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López, M., García, M., Benítez, R., & Herrera, C. (2024). Revelando las causas cotidianas del estrés en docentes de educación básica: caso de dos instituciones ecuatorianas. Uniandes Episteme. Revista digital de Ciencia, Tecnología e Innovación, 11(2), 216–230. https://doi.org/10.61154/rue.v11i2.3414
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